sábado, 18 de enero de 2014

PENSAMIENTOS







Quiso retirarse pronto, la mente bullía en una espiral infinita y la soledad era, en este instante el mejor aliado; quería poder analizar de forma simple, pero al mismo tiempo completa, todos los acontecimientos que se iban desarrollando muy cerca de él. Era el momento adecuado, era el momento justo, preciso, de analizar ese espejo, esos espejos, tanto el que el, sin desearlo, fomentaba, como en el que el mismo se reflejaba, era algo difícil, complejo de entender.

Ese retiro físico, necesario, imprescindible fue convirtiéndose en retiro mental, en descanso y paz espiritual que, por otra parte, era lo que más necesitaba para poner orden en tanto fluir sin descanso, pensamientos, a veces positivos y algunas veces, más de las deseadas, negativos, de aquellos que, sin darse cuenta, herían y sajaban su alma y su maltrecho corazón.Era una hiriente dualidad lo que se presentaba al la vista de su abatido ser, una dualidad que si, hería en su más profundo sentimiento, cortaba, cual afilado bisturí las fibras sensible de su alma y su mente parafraseaba a Rubén Darío con su ser y no saber y ser sin rumbo cierto, pues no hay dolor más cierto que estar vivo…Si, su mente delirante le provocaba a afirmar que la vida era un inmenso dolor, una inmensa agonía sin punto de retorno y, en cierta medida, en los momentos en los que la dualidad hería, Luis estaba completamente de acuerdo con las palabras del gran Rubén, pues muchas, demasiadas veces, no había mayor dolor que el simple hecho de vivir, que la simple constancia de estar en este mundo…

No podía comprenderlo, no podía soportarlo cómo, de su propia mente, salían esos pensamientos, no podía ser verdad que la vida era un sufrimiento constante, vital, perdurable e infinito. El vitalismo que siempre presidió su propia vida se resquebrajaba por todos los lados imaginables, por todos los poros de su ser, por todos los rincones de su sentimiento.Y la veía cerca, la observaba como avanzaba, como iba comiéndole terreno en su ser, en su esencia, en su interioridad y lo más doloroso es que, al mismo tiempo, dentro de él, se producía una pseudoconsciente condescendencia de aceptación de la cruda realidad. Y una pregunta, aunque planteada de maneras diferentes, retumbaba dentro.

¿Cómo ser al mismo mismo vida y no-vida?

¿Cómo poder aceptar la realidad y al mismo tiempo mostrar que no se tiene?

¿Cómo ser y no saber nada….? (Volviendo a parafrasear a Rubén Darío).

Martilleaban su mente, no era posible deshacerse de ellas, resonaban una y otra vez como ese timbal descompasado o esos platillos aturdidores, machacaban su pensamiento y, lo que era más duro, su sentimiento. Y todo se unía con la constancia real, fehaciente, comprobada del rechazo que sufría a diario, de día y de noche, sin descanso, sin receso, sin tregua…

La vida, su vitalidad se escapaba a borbotones por esos agujeros en sus poros, por esas sajaduras que el bisturí de su mente había provocado, había realizado y que eran de difícil sutura pero no queda otra, no queda otro camino que recorrer…

Las letras de una preciosa canción de Joan Baptista Humet resonaban y el título de la canción “Hay que vivir” se afianzaba en su maltrecha condición:

    “Habrá que hacernos a la idea que sube la marea y esto no da más de si.
    Habrá que darnos por vencidos y echarnos al camino que no hay norte por aquí…..


Hay que vivir amigo mio,
antes que nada hay que vivir,
y ya va haciendo frío,
hay que burlar ese futuro
que empieza a hacerse muro en ti.”

Gracias por formar parte de este espacio.

Así es. "Pensamientos". En "El hogar de las emociones"

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