viernes, 20 de noviembre de 2015

¡Despierta!




¡Despierta! ¡Esto no es más que un sueño, Luis! ¡Es hora de “volver a la realidad”!

Todos estos pensamientos volvían, una vez más, a su inquieta mente, a su “quebrada” mente y, por desgracia, más veces de las que el mismo quisiera…

¡Cuántas veces quisiera “despertar” de una vez de ese tan repetido sueño! Quisiera despertar de una vez, quisiera volver a la realidad, quisiera, de una vez por todas, dejar de oír ese maldito “tic-tac”, ese gran elemento que rompía con toda su realidad, que rompía con todo lo que él había imaginado, rompía y, sobre todo, no le dejaba escuchar lo que las personas que tenía cerca le decían. Aquello le provocaba un gran desasosiego, es decir, le provocaba un “miedo” interior del que no podía salir, necesitaba salir, y no podía.

Ese malévolo reloj seguía marcando duramente su tiempo con ese macabro “tic tac” y su mente no dejaba de pensar, no dejaba de maquinar, no dejaba nunca…. Quisiera cambiar su vida de una vez, quisiera volver a repetir aquello y, sobre todo, volver a ser feliz, tratar de recuperar aquello que, en el fondo, era suyo.

Pero siempre, siempre encontraba aquello que no le correspondía, aquello que no podía ir con él, de ninguna de las maneras, aquello que detestaba, pero que en el fondo convivía con él siempre que podía, siempre que estaba a punto, siempre que quería salir de él. Todo lo que él mismo odiaba, todo lo que le producía espanto, todo lo que no quería ver, se le presentaba a los ojos de una forma clara y diáfana, por desgracia.

Pero quería volver, quería recuperar aquello que, de una forma auténtica, era suyo, simplemente quería volver a ser él mismo, volver a tenerlo, recuperarlo, por fin, de una vez por todas…

Pero era complicado, era difícil volver a tener ESO, volver a disfrutar, por si mismo, de todo lo que estaba en la vida, de todo lo que andaba por ahí, de todo lo que se podía disfrutar, ¡de todo! Difícil, miserablemente complicado volver a tenerlo, volver a disfrutarlo, volver a tenerlo.

jueves, 5 de noviembre de 2015

La lucha de las clases obreras

Saludos amigos ahí os comparto mi nuevo post en La Nueva Ruta del Empleo. Espero que os guste.



Saludos a todos, amigos. Después de estos dos meses de colaborar en esta página, y, sobre todo, de la “calidad” que me habéis demostrado con mis post, realmente me siento más “tranquilo”, (usaremos esta palabra jejeje), para seguir “correspondiendo” con todos, con estos post de Historia, de su relación con el trabajo, aunque sea desde el punto de vista de la teoría, un placer la verdad, y así, ahí os he compartido dos estupendos post:

Historia deTrabajo: su evolución . Con el inicio del #Trabajo y todo lo que ello conlleva.
El Marxismo y la II Internacional. Con todo lo que llevo consigo, ha sido el culmen.

Imagen de la Editorial Vicens-Vives


Y ahora quiero llevaros, junto con lo ya contado en esos dos post anteriores, a las diferentes “luchas de clases obreras”, que se dan durante todo el S. XIX, y, sobre todo, una vez establecida ya la relación del Trabajo, su evolución, la creación del Marxismo y el inicio de las diferentes Internacionales.

Iniciamos el “camino” a través del grave problema social que se inicia durante este siglo. Es decir, durante el Antiguo Régimen habían existido tres “clases sociales” (utilizo estas palabras para entendernos todos), como eran:

  • Aristocracia
  • Clero
  • El tercer estado
A partir de la Revolución Industrial, a partir de primeros de siglo, surgen otras tres clases diferentes como son:

  • Aristocracia
  • Burguesía
  • Proletariado
Y ya conocemos por lo explicado anteriormente en los diferentes post que he compartido con todos, las condiciones demográficas y, sobre todo, económicas, que se tradujeron en un cambio considerable en la estructura de la Sociedad.
Y en este punto, durante estos años, mejor dicho, surgen los diferentes movimientos obreros, muy precarios en esta época, pero que empiezan a crear la famosa “lucha de clases obreras” tan presentes en el S. XIX en todo el mundo, fundamentalmente en Inglaterra, al ser este país el inicio, por ser el Reino Unido podemos decir que es la cuna de todos los movimientos obreros.
Y, como no, surgen los primero sindicatos, los famosos “trade unions” que empiezan a tomar las bases del movimiento obrero. Aquí podemos mencionar al irlandés Doherty, Robert Owen, incluso Carl Marx, etc.
Podemos hacer un pequeño “balance” de esta época, sintetizarla de algún modo de esta forma:

  1. Sindicatos. (Trade Unions), con numerosas peticiones laborales.
  2. Cartismo. Con importantes peticiones políticas.
  3. Asociación Internaciones de Trabajadores. Siempre basados en las peticiones de Marx.
Y en esta gran trama obrera, en esta inicial lucha de obreros, surge la figura de Mijail Bakunin como fuente principal del anarquismo, el cual constituye la segunda gran corriente ideológica en la historia de las revoluciones obreras.
Este autor, lo primero que propugna es la supresión del Estado y de toda fuerza de gobierno, la disolución de las fuerzas armadas (lógico, al no existir Estado, las fuerzas armadas son innecesarias), y la desaparición de las “iglesias” (Tendremos que hablar en algún post de la labor de la iglesia en esta labor, seguro que caerá). Y la pregunta que sigue a esto es bastante obvia, ¿cómo puede organizarse la sociedad sin estos fundamentos?
Realmente era complicado pues Bakunin, de espaldas a la Revolución Industrial que provoca la aparición de grandes ciudades, ahí tenemos el primer error del propio Bakunin, el postula la formación de pequeños centros de población a manera de aldeas, que el mismo llamará Comunas y en ellas no existe el poder organizado ni la propiedad privada.
En muchos aspectos este hombre tuvo más de soñador  que de pensador, pero no debemos olvidar que su influencia en el siglo XIX y en los movimientos obreros fue muy grande.
Debemos señalar, así a grandes rasgos, dos principios fundamentales que le separan del propio Marx, con quien terminó chocando personalmente hasta el punto que fueron expulsados de la Internacional Obrera.
En primer lugar, mientras que Marx y los marxistas creían que la Revolución la harían los obreros industriales, los seguidores del propio Bakunin, y el mismo, creían que el papel revolucionario era de los campesinos.
Y en segundo lugar, mientras que los socialistas de Marx se afanaban en conquistar el propio Estado, los anarquistas de Bakunin solo pensaban en destruirlo, de ahí que no acepten entrar en el juego político, es decir, ni crearán un partido y ni mucho menos, intervendrán en elecciones ni parlamentos.

Realmente esta decisión les limitó bastante en su labor en la propia Revolución Industrial y, por supuesto, limitó sus posibilidades de acción.