lunes, 7 de julio de 2014

UN SOPLO DE AIRE




¿Quién dijo que no era posible? ¿Quién entendió, alguna vez, que aquello no podía ser? alguien dijo que aquello nunca podía llegar, y tan dentro, tan dentro de su ser se metió, que ya casi no veía otra cosa, no veía que podría estar un poco más allá de ese gran "soplo" de aire, que tenía que llegar, que no era más que una pequeña/gran brisa, que solo podía llegar a su propio ser, nadie podía entenderlo, quizá casi nadie podía leerlo, y nadie, nadie podría experimentarlo.

Y una mañana más, un "soplo" de aire marcaba su rostro, pero iba mucho más adentro de su propio ser, quería entrar dentro de su interior para desbancar la "sed" de fuerza, las ganas de vivir que bullían muy dentro de él, simplemente quería entrar en su ser, en su propio interior y hacer vivir a él mismo.

Un "soplo" de aire, un pequeño fresco con el cual recomponer, alguna vez tenía que ser, su ánimo, su pesada carga que tanto y tanto le molestaba, que tanto le "cargaba" y que tanto y tanto pesaba, muy de vez en cuando, más "vez" que "cuando". Duro llevar dentro ese ánimo dentro de su alma, dentro de su ser, dentro de su corazón, dentro de ese cargado corazón que tanto le pesaba, que tanto le costaba llevar.

LLegó ese pequeño aire, esa pequeña brisa que recompuso, levemente, su alma, puso en ella ese pequeño/gran frescor, ese gran rescoldo de aire que sabía que le venía estupendamente. Y esta mañana, como si fuera de verdad, sonando la sinfonía número 2 del gran Felix Mendelsohn, sonando sin parar veía como ese soplo tenía y debía de llegar a su mente, tenía que abordarle de alguna manera para, simplemente ver que la vida no podía ser así, tenía que cambiar, aunque él mismo no sabía ni por donde y, sobre todo, de qué manera tenia que refundarse. Era el cambio que necesitaba, que de alguna manera debía de cambiar el sentido de su vida, de alguna manera debía cambiar el ritmo de su propia existencia. Sonaba, esos dulces reflejos musicales, tomaban dulcemente su mente, sonaban de una forma serena, de forma dulce en su mente, simplemente SONABA, pero de forma rotunda y serena dentro de él mismo.

La mañana siguiente, el día siguiente, el momento oportuno... Cualquier momento era el bueno para poder distinguir esa brisa, para poder señalar dentro de él ese gran momento soñado. Soñando, distinguiendo, tomando claras esos "soplos" de aire que venían a su mente, acariciando de una vez, aquello que tenía que llegar, aquello que era suyo, que tenía que ser suyo, se lo merecía. Llegó a pensar que realmente era lo que se merecía, ¿y por qué no llegaba ese soplo, ese aire fresco, que le devolviera, por fin, lo que simplemente necesitaba? ¿Quién necesitaba ese frescor de una vez, quien era la persona querida que tuviera que tener, de una vez por todas, ese soplo, ese fresco, ese aire?

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